Había una vez una fábrica de sueños que era enorme y estaba en un pueblo de Madrid. Los gnomos cazadores de sueños iban de casa en casa a coger los sueños de todos. Los metían en un bombo y el sueño que salía se hacía realidad.
Una vez salió un sueño muy, muy bonito, era:
"Deseo casarme y todo el dinero que me den entregárselo a los pobres que no tengan dinero."
Cuando el sueño se cumplió, la chica que lo pidió fue muy feliz toda su vida por haber compartido con los pobres.
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